Bitcoin es descentralizado por diseño, y esta característica es fundamental para su funcionamiento y filosofía:
No existe una entidad única que controle Bitcoin. No hay un banco central, gobierno o institución que pueda manipular su oferta o políticas.
Miles de nodos independientes mantienen y verifican la blockchain de Bitcoin. Cada nodo tiene una copia completa del registro de transacciones, eliminando puntos únicos de fallo.
Cualquiera con el hardware adecuado puede participar en la minería de Bitcoin, contribuyendo a la seguridad y procesamiento de transacciones de la red.
El protocolo de Bitcoin se desarrolla de manera abierta y colaborativa. Las decisiones sobre cambios en el protocolo se toman por consenso entre desarrolladores, mineros y usuarios.
La creación de nuevos bitcoins está predeterminada por el código, no por decisiones arbitrarias de una autoridad central.
Cada usuario puede verificar la validez de las transacciones y el estado de la red sin depender de terceros de confianza.
La naturaleza descentralizada de Bitcoin hace extremadamente difícil para cualquier entidad censurar o bloquear transacciones.
Cualquier persona con conexión a internet puede participar en la red Bitcoin sin necesidad de permisos o intermediarios.
Esta descentralización proporciona a Bitcoin resistencia a la manipulación, censura y control centralizado, características que lo distinguen fundamentalmente de los sistemas financieros tradicionales.